Tuve claro que quería dedicarme a la medicina y especializarme en pediatría cuando terminé  mi servicio civil en un hospital infantil. Durante mis estudios esta disciplina no dejaba de fascinarme. Además me dedicaba también a la medicina psicosomática, como asistente estudiantil y realicé mi tesis doctoral sobre la relación entre life-events y enfermedades. Durante mi especialización  en diferentes áreas de la pediatría siempre estuve interesado en el vínculo entre padres e hijos.   

La pediatría ha cambiado drásticamente en las últimas décadas. El nivel de vida, las medidas de higiene y la prevención han mejorado la calidad orgánica de la vida de la mayoría de los niños. El estilo de vida ha cambiado y la movilidad de las personas requiere que el medico tenga un conocimiento permanentemente actualizado en un contexto mundial. Las exigencias de nuestra sociedad influyen sobre el entorno psicosocial donde van creciendo los niños y adolescentes de hoy en día. Gracias a los progresos en la medicina la infancia esta menos  caracterizada por enfermedades infecciosas y toma mayor presencia la vulnerabilidad del bienestar psicológico.

El pediatra de hoy en día tiene que distinguir la particularidad de un comportamiento normal de la patología, y también asesora ante preguntas de educación y rendimiento.

Durante más de veinte años como pediatra y médico del adolescente he conocido a muchas familias de diferentes culturas y sociedades. Aunque los conceptos sobre salud y sobre la terapia son muy diferentes, la preocupación por el bienestar del niño es el factor clave en la relación entre el médico y la familia.

Cada vez me impresiona más la capacidad de adaptación de los niños y de la familia, si ésta se ve afectada por circunstancias especiales o enfermedades graves. En mi trabajo en una clínica de oncología pediátrica pude ver como los niños enfermos daban a sus familiares un poder increíble.

Para mí es muy satisfactorio ver como después de una primera visita distante se desarrolla muy gradualmente una relación casi amistosa caracterizada por la complicidad, la curiosidad y la comprensión de algunas medidas poco agradables. La percepción que tienen los pacientes sobre mi papel va variando en cada etapa de vida: el lactante tiene miedo a la aguja, el adolescente se  incomoda cuando lo peso. Un reto diario es conducir a estos niños y jóvenes para que se sientan en el foco de atención y entiendan que nuestro objetivo es su propio bienestar.

Especialmente para las familias internacionales el médico pediatra se convierte, sobre todo al inicio, en una figura de referencia en su red social que se está desarrollando.

Después de más de diez años viviendo en Barcelona mi asesoramiento traspasa el área de la medicina y me gusta compartir experiencias prácticas de la vida en esta ciudad.  Ser padre de dos niños ha enriquecido enormemente mi visión pediátrica y me permite dar consejos que van más allá de los protocolos médicos y directrices.